Ella se dejaba acariciar las gotas de sudor
olían azahar sus pechos blancos como la
espuma del mar, él parecía su sed nunca
saciar, su mirada la invitaba a juguetear,
como los delfines se deslizan en el mar.
Sus manos suaves sigilosas sin césar, recorrían
su cuerpo como pluma en un cristal, sus labios
tibios como un baño termal, la estremecían
deseando más y más, su voz plasmada susurraba
ámame más.
Él la tomaba en sus brazos, una ves más acariciando
sus cabellos con mucha suavidad, sus ojos brillan
como dos gotas de cristal, la noche era perfecta para
amar la luna iluminaba, la alcoba con su luz primaveral.
Las estrellas y el lucero mañanero, anunciando que
un nuevo día amanecía ¡él despertarse no quería!
{ "Solo durmiendo él con ella soñaría" }...
martes, 23 de febrero de 2010
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