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lunes, 14 de diciembre de 2009

Amándose

        Ella se dejaba acariciar, las gotas de sudor  holía azahar
        sus pechos blancos como la espuma del mar, el parecía
        su sed nunca saciar, su mirada la invitaba a juguetear,
        como los delfines se deslizan en el mar.


        Sus manos suaves sigilosas sin césar, recorrían su cuerpo
        como pluma en un cristal, sus labios tibios como un baño
        termal, la estremecían deseando más y más su voz plasmada
        susurraba ámame más.

       
         El la tomaba en sus brazos, una vez más acariciando su
         cabello con mucha suavidad, sus ojos brillan como dos
         gotas de cristal, la noche era perfecta para amar, la luna
         iluminaba la alcoba con su luz primaveral.


        Las estrellas y el lucero mañanero anunciando que un
        nuevo día amanecía él despertarse no quería, solo
        durmiendo, el con ella sonaría....